Los padres y madres juegan un rol activo e importante en el proceso de aprendizaje de sus hijos e hijas, pues su actitud ante este proceso será determinante para que resulte productivo y sencillo, o, por el contrario, implique un alto desgaste físico o emocional en cada uno de los involucrados. 

En un escenario como este, debemos tener claro que, si el adulto demuestra una actitud muy exigente, no logrará motivar de forma adecuada, incluso, si se percibe una actitud desentendida con respecto a los quehaceres escolares o el aprendizaje, será inevitable que el o la infante manifieste cierto rechazo a la experiencia que implica adquirir conocimientos.

Partiendo de ello, es importante que comprendamos que el educar a los niños y las niñas siempre requerirá tener una buena actitud y mucha paciencia, ya que cada uno de nosotros somos diferentes, al igual que nuestro proceso para aprender. Hay quienes prefieren estudiar solos, otros recurren a la música para concentrarse o están los que ocupan hacerlo rodeados de muchas personas.

Estudios sobre educación han revelado que la sobreprotección, el tener acceso a dispositivos electrónicos durante largos periodos de tiempo, el chantajearlos para obtener algún tipo de resultado o un exceso de negatividad, entorpecen por completo el aprendizaje. Por el contrario, el definir una rutina para realizar las tareas, en las que incluyamos tiempos de ocio, será una buena estrategia para lograr incentivar su interés por aprender de todo lo que le rodea. 

El periódico español La Vanguardia publicó el artículo “Escuela: 12 errores de los padres”, en el que explica algunas de las equivocaciones más comunes que cometen los padres y madres en el proceso de enseñanza y aprendizaje. A continuación, les comparto algunos de los más relevantes:

  1. Ejercer de maestros: Son muchos los padres que ayudan a sus hijos e hijas a hacer los deberes, que estudian con ellos y les explican la lección, que corrigen sus trabajos. Sin embargo, psicólogos, pedagogos y profesores coinciden en que es un error pretender ser padre y maestro a la vez, entre otras razones, porque acostumbra a provocar situaciones conflictivas prácticamente a diario y el tiempo de estudio se convierte en una tortura para todos.
  2. Querer Einsteins:  Ese afán de que sepan muchas cosas y cuanto antes mejor, provoca una sobreestimulación que, lejos de lograr una evolución cognitiva más rápida y talentos por encima de lo normal, suele tener efectos contraproducentes en forma de problemas de atención, de falta de concentración e hiperactividad.
  3. Premiar las notas: Un recurso habitual de los padres para animar a los hijos e hijas a estudiar es prometerles grandes regalos si aprueban o si sacan buenas notas. Los educadores consideran que las buenas notas se han de elogiar, aplaudir e incluso celebrar, pero nunca comprar, porque se convierte al niño y la niña en esclavos del estímulo material.
  4. Disfrazar la falta de esfuerzo de trastorno: Otra conducta recurrente y negativa entre los progenitores es, según los expertos, buscar siempre trastornos neurológicos detrás de los fracasos escolares de sus hijos.
  5. Impaciencia: Otra actitud frecuente y perniciosa es querer ir demasiado deprisa en lo que se refiere al aprendizaje, en vez de entender la educación como un proceso a largo plazo. 
  6. No respetar la línea de la escuela: Algunos padres, movidos por la impaciencia, intentan enseñar a sus hijos e hijas a leer o a calcular por sus propios métodos, o les ponen tareas de refuerzo en casa, sin tener en cuenta que quizá están interfiriendo en el ritmo o el método pedagógico que sigue la escuela.
  7.  Proyectarse en los hijos: Otro error bastante reiterado de los padres es pensar que el modelo y los métodos educativos que les sirvieron a ellos van a servir a sus hijos. 
  8. Solventarles los problemas: Un comportamiento habitual y erróneo de los padres, según los educadores, es solventar los problemas de organización de sus hijos. 
  9. Vincular las tareas a castigos «Castigado a hacer los deberes» o «hasta que no acabes de leer no podrás ver la televisión», son frases habituales en muchas casas pero que, según los educadores, deberían erradicarse. En primer lugar, explican, porque el tiempo de realizar las tareas escolares debería ser un tiempo de tranquilidad y sosiego para trabajar, no de regañinas. En segundo lugar, porque el objetivo debe ser educar a los niños y las niñas en el placer de la lectura o del estudio y no convertir esas actividades en un castigo.