Cuando hablamos de un agente educativo hacemos referencia a cada una de las personas que forman parte del proceso de aprendizaje y desarrollo de los infantes entre los 0 y 6 años de edad. Estos son los encargados de contribuir de forma sistemática, intencional y organizada en la evolución física y afectiva que requieren los niños y las niñas para alcanzar su máximo potencial.
De esta forma, la educación inicial se convierte en un proceso permanente y continúo, en el que la interacción y la generación de relaciones sociales de calidad son esenciales, oportunas y pertinentes. Con ello, desde la primera infancia se iniciará con la construcción del mundo que les rodea en toda una realidad.
En el trabajo Guía Operativa para la Prestación del Servicio de Atención Integral a la Primera Infancia, liderado por el Ministerio de Educación de Colombia, se afirma que es en este panorama en el que el agente educativo debe asumir un rol activo, pues las competencias surgen y se desarrollan en situaciones en la que los y las infantes comienzan a comprender sus sentimientos, pensamientos, deseos e intenciones.
Para el organismo gubernamental, al acompañar y proponer “situaciones problema”, el agente educativo tiene la oportunidad de observar progresos de los niños y las niñas al comunicarse e interactuar con sus pares y con los adultos, y al integrar todos sus lenguajes comunicativos de manera que el resultado final sea una Primera Infancia que construye sus propias capacidades de pensar y de elegir, que desarrolla plenamente sus competencias.
“También es importante tomar en cuenta que las competencias se desarrollan, de igual manera, en la interacción con el mundo físico y la naturaleza, ya que las niñas y los niños serán capaces de anticiparse en la resolución de problemas, aportar ideas y soluciones, además de aprender a través de la experiencia. Ellos serán capaces de deducir los motivos y razones que los impulsan a tomar ciertas acciones y entender las que hacen otros”, explicó afirmó Rebeca Chavarría, educadora y directora general de Bright Spot Learning Center.
Un agente educativo debe velar por el desarrollo, aprendizaje y el cumplimiento de los derechos de los niños y las niñas.
La publicación Aprendizajes Clave para la Educación Integral, realizada por la Secretaría de Educación Pública de México, resume de esta forma las implicaciones prácticas de ser un agente educativo:
- Garante de los derechos de las niñas y niños: Hace referencia a la capacidad manifiesta del agente educativo para lograr desarrollar acciones de provisión, protección y participación por medio de ambientes emocionalmente enriquecidos, que permitan impulsar progresivamente la autonomía de niños y niñas.
- Mediador del conocimiento y del desarrollo: En la actualidad, la educación de primera infancia reconoce la importancia de ofrecer a los infantes un trabajo pedagógico integral, que apueste por el desarrollo de sus capacidades, aproveche su máximo potencial de aprendizaje y favorezca la construcción de vínculos afectivos seguros.
- Sostén emocional: Ser sostén emocional de los niños y las niñas, a manera de “puente” entre la construcción de su personalidad, el descubrimiento del mundo y las necesidades básicas permanentes, es un proceso complejo que va más allá de una eventual atención afectiva, del uso de expresiones de cariño o el uso de frases simples. En otras palabras, ser un puente implica interactuar con ternura, brindar la disposición para entender lo que buscan, necesitan, expresan y comunican, además de validar sus sentimientos y promover la empatía entre el adulto y el infante.
Atención a las diferencias individuales y sociales: Es importante generar un ambiente de aceptación a las diferencias y participativo, que propicie el intercambio de experiencias, la reflexión y la retroalimentación permanentes, no solo entre el personal que labora en los centros de enseñanza, sino también con las familias y los infantes que se atienden