Cuando hablamos de personalidad, nos referimos a ese conjunto de diferencias que nos distinguen de otros, y entre los que se encuentran los sentimientos, pensamientos y comportamientos. Estos se encuentran tan incorporados dentro de nuestro actuar como persona, que son capaces de persistir a lo largo del tiempo, lo que nos vuelve únicos e irrepetibles.
Es así como, desde la concepción, se fijan las bases genéticas de la personalidad en las niñas y niños, además de una predisposición temperamental hacia lo que los afecta. Sin embargo, distintos estudios han confirmado que la construcción de esta identidad se produce a lo largo de toda nuestra vida, incluso, la etapa adulta.
Además de factores como la herencia genética, el ambiente en el que nos desenvolvemos juega un papel fundamental, ya que nos permite ir conociendo nuestros sentimientos y emociones hacia ciertos estímulos. La forma en la que somos capaces de interpretar cada una de las experiencias que vivimos, aunado al contexto cultural, social y educativo que nos rodea, es lo que nos permite fortalecer cada uno de los rasgos característicos como persona.
“El núcleo familiar es el primer entorno en el que se establecen los límites y modelos de conducta en la niñez”
En un escenario como este, la familia juega un rol importantísimo en el desarrollo de la personalidad desde la niñez, ya que es la encargada de establecer los límites sobre lo que se puede hacer o no, además de que son los responsables de enseñarles a los niños y niñas las distintas normas que deben de cumplir y respetar en los lugares en los que se desenvuelve.
“Es en el núcleo familiar donde los niños y niñas pasan la mayor parte del tiempo, por lo que es de esperarse que sea allí donde vayan adquiriendo sus hábitos y se establezcan los primeros modelos de conducta. Ser conscientes de ellos resulta esencial para contribuir, de manera positiva, en la construcción de la personalidad desde la niñez, promoviendo un ambiente que sea capaz de fortalecer su autoestima en positivo”, afirmó Rebeca Chavarría, educadora y directora general de Bright Spot Learning Center.
El Centro de psicología infantil y juvenil Apsis, de origen español, hace las siguientes recomendaciones para contribuir al desarrollo de la personalidad en la etapa infantil:
- Proporcionarle comentarios positivos: Ante todo ser optimista y aportarle comentarios y explicaciones positivas de su desempeño.
- Valorarse a sí mismo: Los padres deben enseñar a sus hijos e hijas a valorarse a sí mismos y a sacar los aspectos positivos y virtudes que poseen.
- Mantener un contexto tranquilo: Facilitarles la creatividad y la innovación. Crear un ambiente que aporte la suficiente tranquilidad como para equivocarse y no preocuparse por quedar bien con los demás.
- Ayudar a su hijo e hija a definirse: Es importante que sea sin etiquetas, pero ayudándolos a buscar su propia identidad. En este sentido, resulta importante que los padres no coarten su identidad, es decir, que no intenten dirigirla o la critiquen. De este modo, es indispensable que les dejen ser como quieran, que les den libertad.
- Fomentar la autonomía: Dejar que los niños y niñas realicen las cosas por sí mismos es la mejor manera de ayudarles a buscar su identidad y a valorarse.
- Preguntar su opinión sobre las cosas: A menudo se recomienda a los padres que pongan límites y normas a sus hijos, lo que está bien, en algunos casos, pero no pueden olvidarse de preguntarle su opinión sobre las cosas. Incluso, a veces, resulta importante insistirles para que expresen sus sentimientos y emociones.
- Potenciar el desarrollo de habilidades sociales: Fomentar el juego en grupo y valores como la generosidad, la solidaridad, entre otros, permitirán a los niños y niñas interaccionar de mejor forma con los demás y eso, a su vez, repercutirá en la manera como se ven a sí mismos.
