Los niños con disfunción ejecutiva tienen problemas para prestar atención, organizarse, priorizar y controlar sus emociones, entre otros síntomas. Es importante poner atención a cualquier déficit porque de esto dependerá el éxito escolar, e incluso, el futuro profesional.

En nuestra entrega anterior tratamos las funciones ejecutivas. Dijimos que son todas esas habilidades cognitivas necesarias para controlar y regular nuestros pensamientos, emociones y acciones frente a conflictos o distracciones, según lo define la Enciclopedia para el Desarrollo de la Primera Infancia.

Con ellas los niños logran planear, coordinar, razonar, prestar atención, priorizar, en fin, realizar los pasos necesarios para cumplir objetivos o tareas tan sencillas como estar listos a tiempo para salir, ordenar la materia que entra en un examen o concentrarse para tomar apuntes en una clase.

Cuando un niño está en un entorno que fortalece estas habilidades tiene mayores posibilidades de éxito escolar porque está en capacidad de recordar la materia y seguir instrucciones; tiene conductas positivas, desarrolla destrezas para el trabajo en equipo, el liderazgo, la toma de decisiones; toma mejores decisiones sobre su forma de alimentarse y ejercitarse; tiene más capacidad de resolver los problemas que requieren de planificación y está mejor preparado para adaptarse a circunstancias cambiantes, según lo menciona el Center on the Developing Child de Harvard University en su artículo La Función Ejecutiva Habilidades para la vida y el aprendizaje.

 Observación atenta

Los padres y los docentes deben estar atentos a cualquier déficit en las funciones ejecutivas pues está claro que no se trata de niños perezosos o poco inteligentes. Así se podrá establecer una estrategia que logre mejorar cualquier carencia. Es importante mencionar que este tipo diagnóstico lo determinan los profesionales en la materia; sin embargo, con la idea de dar una luz sobre el tema, daremos aquí algunas señales que podrían ayudarle a usted como padre a sospechar si su hijo tiene problemas con las funciones ejecutivas. (Ver recuadro) 

“El tratamiento para cada niño deberá determinarlo un especialista pues cada caso requiere atención particular. Hay técnicas que les ayudan a trabajar sus carencias, por ejemplo, listas de verificación para que logren sus tareas sin caer en el estrés, establecimiento de límites de tiempo según la tarea y el caso, implementación de planificadores de tareas, de recompensas, de rutinas y la exploración de diferentes formas de aprendizaje, entre otros”, comenta Rebeca Chavarría C., educadora y directora general de Bright Spot.

“Hay dos épocas en la vida cuando se desarrollan con más rapidez las funciones ejecutivas: uno es durante los años preescolares y el otro durante la adolescencia, por eso es tan relevante poner atención desde la primera infancia y atender cada caso de forma oportuna y personalizada”, concluyó Chavarría.

 

Poner atención

Las personas que tienen dificultades con las habilidades ejecutivas pueden:

  • Tener problemas para comenzar y/o completar tareas.
  • Tener dificultad para priorizar las tareas.
  • Olvidar lo que acaban de escuchar o leer.
  • Tener dificultad para seguir instrucciones o una secuencia de pasos. 
  • Sentir pánico cuando cambian las normas o las rutinas.
  • Tener dificultad para cambiar el foco de atención de una actividad a otra.
  • Emocionarse demasiado y obsesionarse con las cosas. 
  • Tener problemas para organizar sus pensamientos.
  • Tener dificultad para saber dónde pusieron sus pertenencias.
  • Tener problemas para administrar su tiempo. 

Fuente: Artículo ¿Qué es el funcionamiento ejecutivo?, del sitio web understood.org

¿Qué hacer?

Construir habilidades en los niños de corta edad requiere de la comunidad y los cuidadores para ofrecer y apoyar experiencias que promuevan el desarrollo emocional, social, cognitivo y físico, a través de estrategias que:

  • Reduzcan el estrés en la vida de los niños, atacando su fuente y ayudándolos a aprender cómo manejarlo en compañía de adultos competentes y apaciguadores.
  • Fomenten conexiones sociales y juegos abiertos y creativos, apoyados por adultos.
  • Incorporen ejercicio físico intenso a las actividades diarias, lo que ha demostrado tener un efecto positivo en los niveles de estrés, las habilidades sociales y el desarrollo cerebral.
  • Aumenten la complejidad de las habilidades paso a paso, encontrando la “zona” del niño en la que se siente desafiado, pero no frustrado.
  • Incluyan la práctica reiterada de las habilidades conforme avanza el tiempo, creando oportunidades para que los niños aprendan en presencia de mentores y compañeros dispuestos a apoyarlos.

Fuente: La Función Ejecutiva Habilidades para la vida y el aprendizaje, Center on the Developing Child, de Harvard University.